La asignatura: Teoría Sociológica, de régimen anual, se ubica en el segundo año del Ciclo Básico del Plan de estudios de la Licenciatura en Sociología e integra el área teórica de la formación. La modalidad de cursado es presencial y los contenidos se desarrollan en clases teóricas y prácticas.

Esta unidad curricular se divide en tres momentos: 1) se inicia con un trabajo introductorio y reflexivo, a partir del cual nos proponemos recuperar algunas de las tesis centrales que presentaban a la Ciencia Social como generadora de un conocimiento secular y sistémico sobre la realidad, y con validación empírica. Se trata de revisar una construcción de la idea de ciencia -que recorre Europa occidental del siglo XIX- a partir de la cual se instaba a dejar especulación filosófica para dar paso a una empresa “razonada y metódica de análisis y de interpretación que podemos designar con la expresión programa de investigación” (Berthelot, 2003).
Alentaremos el debate sobre las tesis de: idea de las certezas; dualismo cartesiano; búsqueda de leyes
universales; reemplazo de una moral mágico-religiosa por nuevos valores seculares, la idea del progreso
humano a partir de la realización material y del avance tecnológico; y la idea de la universalidad del
conocimiento racional en tanto producto extendido por una mirada occidental eurocéntrica que, salvo
algunas excepciones, dejaba por fuera la consideración de otras racionalidades como las de China o la India.
Para pensar siguiendo a Berthelot (2003) ¿qué es lo social?, ¿qué es lo sociológico? y ¿en qué se distingue un conocimiento científico de un conocimiento que no lo es? será central volver la mirada, al menos someramente, sobre los aportes heredados de la Ilustración, con autores como Hobbes, Locke,
Montesquieu y Rousseau, y las consecuencias sociales y políticas de la Revolución Francesa, la Reforma
religiosa protestante y la Revolución Industrial. Y si bien se trata de hitos, típicos europeos, exigen que los pensemos a la luz, y como consecuencias de la conquista y colonización de América, África y China con los británicos. El progreso en el pensamiento filosófico y la aparición del pensamiento científico que
permitieron cuestionar el ordenamiento mítico del Medioevo europeo, así como el surgimiento del
capitalismo de orden mundial deben reconocer sus deudas a estos acontecimientos fuera de Europa.
De igual importancia será considerar que con el avance del siglo XIX asistimos a la especialización y
organización del mundo intelectual en grupos, cada vez más diferenciados. En este sentido el aporte de la historia, la economía, la psicología, la sociología y la antropología sirven para pensar la comprensión de la sociedad, pero fundamentalmente evidenciar un camino de fronteras disciplinares desde la cuales se buscaba definir el objeto, el método, los conceptos y las categorías que inauguran diferentes perspectivas.
Ejemplos de lo anterior son Saint-Simón, Augusto Comte, Alexis de Tocqueville, John Stuart Mill, Frederic Le Play y Herbert Spencer por sus aportes al desarrollo de las principales ideologías y corrientes de
pensamiento, etc1. Igual de importantes son los actores que pensaron en términos de comunidades y
combinaron la formación académica con intereses políticos y populares (Collins, 1996). Es el caso de Comte quien además de buscar las leyes generales del mundo social, se mostró interesado en salvar políticamente a Occidente de la corrupción del gobierno, gestada por la anarquía intelectual que impulsó la Revolución Francesa. Su lema orden y progreso requería de la intervención de los tecnócratas, es decir de una elite educada (Wallerstein, 2007).
Estos aportes se constituyeron sobre la base de “oposiciones conceptuales”, “binarismos” o “dicotomías
conceptuales” como tradición - modernidad que buscaban explicar las transformaciones de Europa occidental. Y en paralelo la interpelación a una ciencia de la sociedad que buscaba dar respuesta a los fenómenos emergentes. ¿Podía ser del mismo tipo que las ciencias naturales? y si ante las consecuencias devastadoras del cambio ¿era suficiente una ciencia de lo social que solo realizara descripciones exhaustivas?
En esta primera parte el mayor esfuerzo se concentrará en señalar las características de la nueva lucha
epistemológica que dejaba atrás su interés por la producción del conocimiento legítimo, para avanzar en la disputa por la producción de conocimiento sobre las consecuencias sociales de la modernidad. Asimismo se considerarán las consecuencias políticas del avance y desarrollo de la ciencia moderna, en tanto práctica social, para responder a la necesidad de los Estados-nación de contar con información específica y fiable sobre las formas de la organización y el cambio social, la reformulación de las tramas institucionales y las prácticas políticas que originaron modificaciones en la relación sociedad civil y Estado. Los temas señalados, entre otros, fueron abordados por las materias del primer año: Historia social I, Introducción al conocimiento Científico, Introducción a la Sociología e Historia del Pensamiento Sociológico, por lo cual esta asignatura se encuentra curricularmente articulada.
Volver a los autores clásicos es un modo de reconocer el basamento de nuestra disciplina, nos permite
pensarnos a nosotros mismos, comprender que las ideas tienen una historia y que su despliegue en el
tiempo nos exige considerar su originalidad, pero también la recepción que esas obras y sus creadores
tuvieron (Foster y Jmelnizky, 2012). Además, volver a los clásicos es una oportunidad para identificar los
hilos que articulan nuestra realidad social, política y cultural. Es por ello que, 2) el segundo momento del
programa ofrece un recorrido que tiene por objeto identificar el aporte de diversos autores al desarrollo de lo que hoy conocemos como el fecundo campo de la Teoría Sociológica. Trabajaremos desde un abordaje que considere: a) al autor a partir de los momentos claves de su vida; influencias en su pensamiento; contexto de producción y conceptos claves en sus obras y; b) una selección de conceptos que, a nuestro entender, no solo pueden ser tomados desde diversas perspectivas, sino que además dan cuenta de cómo su utilización responde a un momento histórico-social, consolidándose como herramientas metodológicas a las que los sociólogos pueden echar mano (Porras; Valencia y Castaño, 2001).